Nosotros, el pueblo de Occidente, construimos Roma, Atenas, Esparta,
Atlantis e Hyperborea,
Avalon y Camelot,
Knossos y Troy,
Los salones de Valhalla, los templos de Eleusis,
y los laberintos de Creta.
Cada uno sostenía una llama sagrada,
Nuestra herencia tallada en mármol, trazada en constelaciones, susurrada a través de mitos.
Y nosotros, de nuevo, levantaremos una civilización aún más gloriosa,
Forjada no solo de piedra y bronce, sino de espíritu y voluntad,
Un nuevo imperio del destino, renacido desafiando la entropía,
Guiado por una sabiduría más antigua que el tiempo,
Iluminado por una llama que la oscuridad no puede extinguir,
Cuyas torres perforarán no solo las nubes sino que alcanzarán las estrellas.
Un imperium cósmico y eterno,
Una nueva Atlantis,
Cuya memoria perdurará mucho después de que las propias estrellas se hayan atenuado.