Imagina una bóveda en el ciberespacio: vasta, silenciosa, irrompible.
Recubierta con un corredor interminable de habitaciones cerradas, brillando en naranja en la oscuridad.
Cada Bitcoiner obtiene una. Un santuario privado. Una porción de soberanía.
¿Y tu clave privada? Es la única forma de entrar. Generalmente una frase de 12 a 24 palabras.
Si la pierdes, tu habitación queda sellada para siempre.
Si la compartes, alguien más puede entrar directamente.
Si la conservas, tienes control total.
Es tu habitación. Tus reglas.
Pero aquí está la contrapartida:
No hay cerrajero, ni botón de "olvidé mi contraseña". Con el control viene la responsabilidad. Ese es el trato. Ese es el poder. Eso es Bitcoin.
Si alguien más tiene tus claves (incluso AmberApp), entonces no son tus monedas.
Y eso está bien, por ahora.
Estamos aquí para salvaguardar Bitcoin en AmberVault hasta que nuestros clientes estén listos para tener sus propias claves. Porque el objetivo final es la autocustodia. Siempre.
Eso es en lo que creemos, y es por eso que estamos aquí.