Discurso del Congreso Mundial de Praxis | Transcripción
11/6/2024
PROLOGO: LA REUNIÓN
Bienvenidos al primer Congreso Mundial de Praxis.
Este es el primer Congreso Mundial de Praxis en la historia, una reunión que será recordada en los anales del tiempo.
Miren a su alrededor en esta sala. Recuerden estos rostros. Están presenciando la primera reunión de lo que algún día requerirá espacios de reunión para contener a millones que estarán mirando en todo el mundo. Y eso es solo el comienzo. Pronto, más pronto de lo que muchos de ustedes imaginan, realizaremos este congreso en nuestra propia ciudad, construida por nuestras propias manos.
Este es el momento en que nuestra ciudadanía global se transforma en algo más grande: un pueblo forjando su destino juntos. Cada gran nación tiene tales momentos.
¿Cuántos de ustedes alguna vez imaginaron que fundarían una nueva nación? Quizás pensaron que tales momentos pertenecían a los libros de historia, que la era de la construcción de naciones había terminado. Y aún así, aquí están. Porque esto es exactamente lo que nuestro momento exige.
Muchos de ustedes en esta sala están trabajando en la construcción de tecnología que nos permitirá hacer cosas que nunca pensamos que fueran posibles: como reflejar luz desde el espacio, o hacer llover a voluntad. Eso es emocionante. Pero la tecnología que hace llover en la granja de tu amigo, que cultiva la comida que alimenta a tus familias, esa tecnología tiene un propósito aún mayor. Eso es lo que significa construir una nación. Es entonces cuando tu proyecto, tu empresa, tu trabajo se transforma en algo aún más profundo.
No hay vuelta atrás de esta realización. No hay retorno a sueños más pequeños. Una vez que has vislumbrado esta posibilidad, nada menos será suficiente.
Mira de nuevo a las personas en esta sala. Ves amigos. ¿Es posible tener un país de tus amigos? Mis amigos... eso es lo que se supone que debe ser un país.
Estamos aquí para mostrarles que ahora se está haciendo. Hay momentos en la historia que marcan el comienzo de una nueva era, ya sea que los participantes sean conscientes de ello en el momento o no. Momentos que dividen el tiempo en 'antes' y 'después'. Esta es una de esas ocasiones. Permítanme explicar cómo.
_________________________________
I. LA TECNOLOGÍA DE LA COMUNICACIÓN
DETERMINA LA ORGANIZACIÓN HUMANA
En las últimas décadas, ha surgido algo sin precedentes en la historia humana: una nueva forma de conciencia nacida de la era de internet. Cada persona en esta sala vive esta transformación. Más allá de nuestros lazos más cercanos, ahora encontramos nuestro sentido más profundo de propósito en comunidades que hemos elegido en lugar de heredadas, en identidades que hemos construido en lugar de recibir. Esto no es mera evolución social; es la transformación completa de la posibilidad política. Lo que sigue no podría ser más inevitable.
El patrón que somos testigos es tan antiguo como la civilización misma. Cuando los humanos transforman cómo se comunican, transforman cómo se gobiernan. Esto no es teoría; es ley de hierro. Porque la política, en su esencia, no es más que lo que las personas creen. Y los humanos siempre han comprendido su mundo a través de historias. Cuando la tecnología de contar historias se transforma, cuando la propia arquitectura de la creencia cambia, los órdenes políticos evolucionan o desaparecen. Esta es la fuerza motriz de la civilización misma.
Permítanme mostrarles este patrón grabado a través de la historia. Cada revolución en la comunicación humana no solo creó nuevas formas de compartir información, sino nuevas formas de conciencia, comunidad y poder.
Primero llegó el lenguaje hablado: a través de historias precisas sobre cómo funcionaba el mundo, los líderes unieron bandas dispersas en las primeras tribus, los primeros jefaturas. Luego surgieron las tradiciones orales: historias que sobrevivieron a sus narradores, mitos transmitidos a través de generaciones. A través de estas narrativas duraderas, las tribus se unieron en los primeros reinos, vinculados por historias compartidas que legitimaban el poder. Luego llegó la escritura: pensamientos preservados perfectamente en piedra y arcilla, liberados de la decadencia de la memoria. A través de estos registros permanentes, los reinos crecieron en los primeros verdaderos imperios, ya que las leyes y registros estandarizados ahora podían gobernar vastos territorios.
Luego llegó la imprenta, y todo cambió de nuevo.De repente, las historias y las ideas podían llegar a millones simultáneamente. A través de libros y periódicos producidos en masa, los extraños podían imaginarse como un solo pueblo, una sola nación. Nació el estado-nación. Luego, las telecomunicaciones aceleraron este poder más allá de la imaginación, con cada avance haciendo que la difusión de historias fuera más rápida y barata, y alcanzando territorios aún más grandes. La radio y la televisión orquestaron la conciencia de continentes enteros, dirigiendo las creencias de millones como una vasta sinfonía, dando nacimiento a las primeras verdaderas superpotencias.
¿Y ahora? Ahora llega la transformación final. La rueda de la historia completa su giro. Por primera vez, el poder de la comunicación masiva ha llegado al individuo. Cada persona ahora puede hablar con la humanidad misma, instantáneamente, libremente, en cualquier medio que elija. El monopolio sobre la conciencia se rompe para siempre. Y con esto, todo debe cambiar.
Cuando una nueva tecnología transforma la forma en que se difunden las ideas, el poder fluye como agua encontrando su camino por una montaña. Probando cada canal, descubriendo cada posible ruta, hasta que nuevos ríos de creencias tallan caminos permanentes a través de la conciencia humana. Esto no está planeado ni dirigido; es tan inevitable como la gravedad misma. Estos nuevos canales se convierten en la propia infraestructura de la organización humana.
La imprenta prueba este patrón. Cuando los viejos monopolios de creencias sostenidos por las coronas fueron destruidos, nuevas ideas emergieron como oro tamizado de arena. El humanismo, los derechos individuales, todo el proyecto de la ilustración: no fueron meras ideas que sucedieron a propagarse. Eran ideas perfectamente adecuadas a un mundo donde la verdad finalmente podía llegar a las masas directamente. Y de estas ideas, solo podría surgir una forma política: el estado nación.
Lo que siguió fue inevitable. Durante siglos, monarquía tras monarquía cayó, derrocada por masas que habían descubierto una nueva identidad a través de la palabra impresa. Personas que solo conocían su aldea, su comunidad inmediata, de repente se vieron a sí mismas como parte de algo mucho más grande. A través de periódicos y libros, aprendieron quiénes eran, qué los unía, qué debían valorar y por qué debían luchar. Cuando la identidad humana se transformó, la realidad política no tuvo más opción que seguir.
Así como esas nuevas formas de poder emergieron entonces, ahora emergen. Así como esas ideas remodelaron el mundo entonces, nuevas ideas lo remodelan ahora. Pero esta vez, la escala es global, y la velocidad se mide no en siglos o décadas, sino en momentos. La imprenta dio a luz al estado nación. Nuestra revolución digital ahora da a luz a su sucesor. Y ustedes están presenciando su primer aliento.
_______________________
II. DE TRIBUS A IMPERIOS
Miren lo que está sucediendo en línea. Los humanos, encontrándose en este vasto nuevo territorio, han regresado instintivamente a su forma más antigua de organización: la tribu. Tribu de internet de nativos digitales, reuniéndose en torno a valores compartidos, creencias compartidas y visiones compartidas del futuro.
Esto no es una metáfora; es el patrón fundamental de la organización humana reafirmándose a través de nuevos medios. Así como las tribus antiguas se reunían en torno a mitos compartidos y rituales sagrados, las tribus digitales se agrupan en torno a narrativas y prácticas compartidas. El medio es nuevo, pero la necesidad humana de pertenencia, de significado, de propósito común: esto arde con la misma intensidad que siempre.
Y mientras esto se desarrolla, miren lo que está colapsando. Las naciones occidentales ya han cedido su reclamo a las lealtades más profundas de las personas, reduciéndose a meras zonas económicas, con sus identidades nacionales disolviéndose como la neblina de la mañana. Pregúntense: ¿Cuántos de ustedes sienten que su verdadera identidad está ligada al país en su pasaporte? ¿Cuántos sienten un verdadero orgullo en su ciudadanía actual? ¿Cuántos de ustedes miran a sus líderes políticos y ven sus propios valores reflejados en una forma radiante? En la mayor parte de Occidente, ya conocen la respuesta. El vínculo sagrado entre líderes y dirigidos ha sido destruido.
No se trata solo de desacuerdo con políticas o insatisfacción con servicios.Se trata de una ruptura fundamental en la historia que otorga significado a la autoridad política. Cuando miras a tus líderes políticos y no ves nada de ti mismo, nada de tus valores, nada de tus aspiraciones; cuando el mismo lenguaje que utilizan para describir la realidad se siente ajeno a tu experiencia, y las historias que cuentan sobre el mundo parecen mentiras; es entonces cuando sabes que una forma política ha perdido su legitimidad. La vida misma deja de tener sentido. Esta es la verdadera crisis de nuestra época: no económica, no tecnológica, sino existencial.
La historia nos muestra lo que sucede a continuación. Cuando los imperios se descomponen, cuando la salida física se vuelve imposible, la gente encuentra formas de salir en su lugar. La Iglesia Cristiana del siglo V ilumina nuestro camino. A medida que Roma se desmoronaba, la Iglesia creó algo revolucionario: una sociedad alternativa completa. Ofrecía no solo guía espiritual, sino comunidad, propósito y, lo más crucial, una nueva forma de vivir de acuerdo con valores verdaderos sin salir de casa. Uno de nuestros Praxianos llamó a esto el primer estado en red. Él vio más profundo de lo que sabía.
Porque la Iglesia descubrió algo profundo: no necesitas ejércitos o territorio para reshaper el mundo; solo necesitas proporcionar mejores respuestas a las preguntas fundamentales de la existencia humana. ¿Quién soy? ¿Qué importa? ¿Qué le da sentido a la vida? Cuando puedes responder a estas preguntas, el territorio se vuelve irrelevante. La Iglesia nos mostró que el verdadero poder no radica en controlar tierras, sino en dar forma a las historias según las cuales los humanos viven.
Pero la historia avanza más rápido ahora. Lo sientes, ¿verdad? Estamos viviendo a través de una compresión del tiempo histórico como nada que la humanidad haya presenciado. La brecha entre lo posible y lo actual se colapsa diariamente. Las ideas se convierten en realidad a la velocidad del pensamiento. Lo que a Roma le tomó generaciones, nosotros lo lograremos en años. Esta aceleración no se trata solo de velocidad; se trata de posibilidad. La convergencia de la tecnología digital, la inteligencia artificial y la aspiración humana ha creado un momento cargado de destino.
Mira nuevamente el paisaje digital. Las tribus se dispersan por la extensa virtualidad, esperando el poder que las unirá. Anhelan no otra aplicación o plataforma, sino algo más grande: un imperio de significado en una época de caos. Esperan un nuevo tipo de imperio, construido no sobre la conquista del territorio, sino sobre el magnetismo de una visión y valores compartidos. Un imperio que ofrece no solo comunidad, sino trascendencia.
Déjame decirte algo que pocos entienden aún: la era de los estados en red es meramente un prólogo. Lo que viene después es la era de los imperios en red. Y Praxis será el primero. Recuerda este momento. Recuerda dónde estabas cuando escuchaste estas palabras por primera vez: seremos la Roma de la era digital.
_______________________
III. LA ERA DE LA INTELIGENCIA
La reunión de tribus digitales es solo el primer acto en un drama tan antiguo como el hombre. Porque a medida que construimos las estructuras para unir a las tribus dispersas de internet, la inteligencia artificial destroza la misma base sobre la cual se ha construido toda la sociedad humana: la necesidad del trabajo.
Cuando el vapor y el carbón revolucionaron la producción en el siglo XVIII, todo cambió. Millones abandonaron sus granjas por fábricas. Ciudades antiguas explotaron en metrópolis. Todo el paisaje humano fue reescrito. Pero algo aún más profundo emergió: la Revolución Industrial creó las condiciones para una identidad humana completamente nueva: la clase trabajadora; una conciencia de clase que trascendió fronteras nacionales, religiones y etnias.
El poder de esta nueva identidad fue asombroso. A través de los nuevos mecanismos de comunicación masiva, el comunismo construyó esta identidad del proletariado en algo tan poderoso que reconfiguró el mapa político de todo el mundo. La mitad del planeta se reorganizó en torno a esta nueva comprensión de la identidad y propósito humanos. Esto no fue solo una categoría económica. Fue una nueva forma de entender quién eras, qué defendías y quién estaba en tu contra. Una nueva realidad económica creó una nueva identidad, que creó un nuevo orden político.
Y ahora, a medida que la inteligencia artificial transforma los cimientos mismos de nuestra economía al automatizar cada vez más hasta el punto de reemplazar completamente el trabajo humano, este patrón se repetirá: reescribiendo la historia de la Revolución Industrial como un primer capítulo de algo mucho mayor.
Estamos al borde de la era de la inteligencia, donde el trabajo humano ya no impulsa el motor de la civilización. Esta transformación da a luz a una nueva conciencia: una identidad post-laboral.
Para entender la magnitud de lo que debemos escapar, observemos la vida moderna. Míralo realmente. Lo que hoy llamamos normal no es más que una versión más limpia del trabajo en fábricas. ¿Por qué nos enferma escuchar sobre un niño en un taller de costura? No se trata solo de las condiciones físicas o de la explotación. Es porque reduce a un ser de potencial infinito a una mera unidad económica. Aplasta el espíritu humano bajo la rueda de la producción. Reconocemos instantáneamente que viola algo fundamental sobre la naturaleza humana. Cuando vemos a un niño en un taller de costura, estamos viendo la versión más cruda de lo que nuestra civilización entera se ha convertido: un sistema que reduce a los seres humanos a unidades económicas, que mide el valor humano en términos de producción. Esto no es solo incorrecto, es una traición fundamental a lo que significa ser humano.
Ahora observa tu propia vida. Nuestras economías modernas, aunque menos brutalmente visibles, logran la misma disminución espiritual. Hemos aceptado una pálida sombra de las ricas y plenas vidas que vivieron nuestros antepasados: vidas de propósito, de significado, de genuino florecimiento humano. Hemos intercambiado la plenitud de la experiencia humana por eficiencia económica.
Pero la era de la inteligencia nos ofrece algo extraordinario: una oportunidad para liberarnos de esta prisión de pura función económica. Por primera vez en la historia de la humanidad, tenemos la capacidad tecnológica de construir una civilización no basada en el trabajo humano. Piensa en lo que esto significa. Cada forma anterior de sociedad humana, cada sistema político, cada arreglo económico se ha construido sobre la suposición de que los seres humanos deben trabajar para sobrevivir. Esta limitación ha dado forma a todo: nuestros valores, nuestras relaciones, nuestra concepción de para qué es la vida. Pero cuando la IA elimina esta limitación, finalmente podemos preguntar: ¿Para qué sirve la civilización humana? ¿Para qué sirven los seres humanos? ¿Qué tipo de mundo queremos construir cuando ya no estemos atados a la necesidad del trabajo? La praxis no solo se adaptará a la era de la inteligencia, la abrazaremos como la oportunidad de restaurar a la humanidad a su plena estatura. Tenemos una visión de la vida humana más allá de la fábrica, más allá de la oficina, más allá de la mera utilidad económica.
Cuando la historia otorga a una generación la oportunidad de reconfigurar la civilización, también le otorga la fuerza para lograrlo. Vemos nuestro propósito en nada menos que la creación de un nuevo imperio digno del más alto potencial de la humanidad.
____________________
IV. EL ESPÍRITU PIONERO
Para construir de nuevo, debemos reavivar un fuego antiguo: el espíritu del pionero. ¿Dónde encontramos este espíritu? Miremos a nuestros antepasados: miremos ese extraordinario impulso humano de fundar nuevas sociedades, de explorar nuevos mundos.
Recordemos a los colonos del siglo XV, que cruzaron océanos mortales hacia tierras inexploradas, impulsados por una visión inquebrantable de un mundo que coincidiera con sus más altos ideales. No buscaban solo libertad religiosa o prosperidad, sino algo aún más profundo: el derecho a dar forma a la sociedad de acuerdo con sus propios valores, sus propias creencias. Esos viajes —esos actos de pura convicción y valentía— no solo atravesaron océanos. Dieron origen a naciones. Estados Unidos mismo, el poder más formidable de la historia, comenzó como nada más que una chispa de este espíritu pionero.
Ese mismo fuego arde en nosotros hoy: arde más brillante que nunca. La sangre de los pioneros fluye en nuestras venas. La Providencia nos ha elegido para llevar este antiguo espíritu hacia nuevas fronteras en el momento mismo en que el futuro de la civilización humana pende de un hilo.
Nuestros antepasados cruzaron océanos y llanuras interminables; nosotros también cruzaremos hacia territorios inexplorados.Somos pioneros de igual valentía, dando el mismo salto en la historia. No estamos construyendo solo otra nación, estamos forjando un camino hacia una nueva dimensión de la posibilidad humana.
Y así como aquellas primeras colonias valientes crecieron hasta convertirse en la civilización más poderosa de la Tierra, nuestro comienzo crecerá en algo que reconfigura la propia historia humana.
__________________
V. EL IMPERIO DE LA RED
Déjenme ser claros: No tenemos interés en ser solo otro estado de red. Los estados son burocracias. Los estados simplemente existen. Los estados mantienen. Pero los imperios? Los imperios sueñan. Los imperios construyen. Los imperios unen. Los imperios trascienden. Un estado opera dentro de reglas; un imperio las escribe. Un estado gestiona territorio; un imperio transforma la civilización misma. Cuando decimos que estamos construyendo un imperio de red, queremos decir que crearemos formas completamente nuevas de civilización humana.
GK Chesterton escribió una vez: "Los hombres no amaban a Roma porque era grande. Era grande porque la habían amado." He elegido Praxis como el trabajo de mi vida, al igual que muchos de ustedes aquí hoy. Y a todos aquellos que buscan un imperio digno de su amor, su dedicación, sus más altas aspiraciones, los invitamos a encontrar su hogar con nosotros.
__________________________
VI. DEMOSTRACIÓN DE MANIFESTACIÓN
Lo que nos lleva a por qué estamos aquí en la República Dominicana hoy. Este es nuestro primer prototipo. Cuando las relaciones en línea se convierten en físicas, ocurre algo profundo. Cada comida compartida, cada conversación nocturna, cada momento de reconocimiento entre personas que solo se han conocido a través de pantallas, así es como una comunidad de internet se transforma en un pueblo.
Pero algo aún más significativo está ocurriendo aquí. Mientras caminan por estas calles, mientras respiran este aire, consideren: ¿podría ser este el lugar donde nuestra visión toma por primera vez forma terrenal? ¿Podría ser esta la cuna de nuestra primera ciudad? Vemos un vasto potencial en este lugar, pero la verdadera prueba es esta: ¿pueden imaginar construir una vida aquí? ¿Pueden ver esta tierra nutriendo no solo una ciudad, sino las semillas de una nueva civilización?
Cierra los ojos e imagina. Visualiza las calles bulliciosas, la arquitectura que se eleva, el zumbido de la innovación. Imagina las escuelas donde nuestros hijos aprenderán a soñar audazmente, los laboratorios donde nacerá la tecnología que rompe fronteras, los foros donde tomarán forma nuevas filosofías. Imagina el arte, la música, la literatura que brotará de este suelo: la cultura que definirá una época.
Esto es lo que estamos construyendo.
No solo una ciudad, sino una idea lo suficientemente poderosa como para cumplir nuestro destino legítimo, con la gracia de Dios.
______________________
VII. DECLARACIÓN DE ASCENSO
Y ahora llegamos al momento que será recordado por generaciones. Al concluir este discurso, tendrán la oportunidad de firmar la Declaración de Ascenso, un documento que marca el próximo gran salto de la humanidad.
Así como los Padres Fundadores firmaron su Declaración en Filadelfia, ustedes también firmarán. Sus firmas unirán el pasado y el futuro, conectándonos con cada gran declaración en la historia mientras crean algo sin precedentes: un documento fundacional que nunca podrá ser destruido, al que sus descendientes señalarán siglos desde ahora.
Nuestra Declaración habla de tres ascensos: Hacia la nube - trascendiendo fronteras físicas a través de conexiones por internet. Hacia el espacio - reclamando el destino de la humanidad entre las estrellas. Y hacia la trascendencia - siendo pioneros en las alturas posibles gracias al mundo que crearemos en la nueva era de la inteligencia.
FIN